martes, 14 de agosto de 2012

China: Beijing


     Aquí estamos intentando actualizar este blog con un poco de retraso. Como ya sabéis, el gobierno chino no permite acceder a las redes sociales tipo facebook-twitter y tampoco nos deja entrar en nuestro blog. Hemos conseguido a través de un facebook pirata colgar poca cosa porque va muy lento (Raúl nos ha colgado también unas cuantas fotos). Nuestra amiga Rocío (¡Chío, mil gracias!) nos está echando una mano en colgar todo esto en el blog.

     Ya ha pasado un mes y casi no nos hemos dado ni cuenta. Llevábamos sólo tres o cuatro días viajando y ya estábamos sintiendo lo acertada que había sido nuestra decisión de irnos a conocer mundo. Es una gran oportunidad que vamos a tener (estamos teniendo, de hecho) para conocer otras maneras de ver la vida, otros culturas, diferentes religiones y creencias,  distintas políticas, otros modos de pensar; poder interactuar con otras personas y comunicarnos con un lenguaje universal que son los gestos, los signos, la mirada, la risa; conocer paisajes realmente maravillosos;  saborear muy ricas y variadas gastronomías, etc...  Y, sobre todo, el poder hacerlo sin prisas e ir eligiendo día a día nuestro próximo destino sin llevar una ruta prefijada. Es una experiencia que nos está resultado maravillosa.

     China nos está gustando. Ni que decir tiene que al principio nos costó un poco adaptarnos, debido principalmente a las aglomeraciones de grupos de turistas chinos concentradas en la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano y en el metro de Beijing (a lo “tonto el último”) y, como no, a las dificultades que teníamos para conseguir ir a los sitios porque el preguntar no servía para nada porque la mayoría no saben inglés y encima rehusaban a intentar comprendernos. Pero poco a poco hemos ido haciéndonos al país y la verdad es que nos encontramos ya muy cómodos. Nada mejor como llevar escrito en chino donde quieres ir y conocer la manera que tienen de expresar del 1 al 10 con las manos, que es distinta a la nuestra desde el  5 al 10. También es útil muy útil madrugar para ir a los sitios que esperamos concurran  avalanchas de turistas.


BEIJING
    
     Tras un paso fugaz por Moscú que nos permitió visitar la plaza Roja, el Kremlin y las paradas de metro más impresionantes, llegamos a Beijing.












Beijing nos sorprendió gratamente.  Se respira un ambiente menos frenético que en otras grandes ciudades asiáticas (nuestra única referencia es Bangkok) y los lugareños tienen tiempo para sentarse, jugar al ajedrez,  tomarse una cerveza… Se siente cierto relax al pasear por sus calles (¡¡no al cruzarlas!!) y no nos lo esperábamos. Está relativamente limpia y la mayor pega  es el olor que desprenden los muchos baños comunitarios salpicados por esta gran ciudad. Estos baños siguen siendo de gran utilidad para los ciudadanos pues muchos siguen sin disponer de uno propio en sus casas.
     
Por lo demás, el barrio en el que nos hospedábamos era bastante tranquilo (entre las paradas de metro de Beixinquiao y Zhangzizhonglu) , tenía un supermercado de la cadena DÍA como dato curioso y bastantes restaurantes muy económicos. Como comentaremos en la sección de gastronomía (ÑAM ÑAM),  la comida no tiene nada que ver con la que nos venden en los restaurantes chinos españoles. Hay una amplísima variedad y la estamos disfrutando bastante.  Eso sí, MUY picante.


La Ciudad Prohibida

     Nuestra primera visita turística fue a la Ciudad Prohibida, el antiguo palacio de los emperadores de China de la dinastía Ming y Qing. Se llama así porque estuvo prohibida su entrada durante quinientos años, hasta que la república destronó al último emperador de la dinastía Qing. La república duró en China no menos de 40 años. En el año 1946 estalló la guerra civil y finalmente en 1949 se estableció el partido de Mao, “la República Popular de China”, sumiendo a china a una dictadura que continúa hasta nuestros días.






     La Ciudad Prohibida es impresionante. Es un complejo colosal con 800 palacios (muchos de ellos cerrados al público), cada uno de ellos destinado para un propósito concreto. El nombre que se le da a cada una de las salas muestra la trascendencia de esta cultura. Por poner varios ejemplos: está la sala de la Armonía Suprema, destinada a celebraciones importante; o la llamada sala del Cultivo Mental,  destinada a cultivar el alma y la mente mediante ritos budistas. Es bastante curioso la nominación de estas salas que más que describir para que están destinadas evocan lo que se quiere conseguir o perseguir si se está dentro de ellas.












     La verdad es que nos fue complicado transportarnos en el tiempo por la cantidad de gente que desfilaba a nuestro alrededor (parecía un domingo de Agosto en Torremolinos o un último concierto de los Rolling). Esto hacía que perdiera mucho de su encanto,  pero aún así merece la pena vivir esta experiencia.





El Palacio de Verano           

    Es un recinto inmenso con muchísima extensión ajardinada con un lago enorme, una islita en medio,  lleno de templos,  puentes, colinas… Es una pasada paisajística que evoca muy bien las imágenes que tenemos grabadas de la china clásica y bucólica. Este recinto era la residencia de verano de los emperadores.  Nosotros estuvimos poco tiempo visitándolo, porque aún no estábamos muy  acostumbrados a los millones de turistas. Nos quedan varias fotos de recuerdo y unos cuanto pisotones y empujones de este día en el palacio. Tanto la entrada de la Ciudad Prohibida como la del Palacio estaban bastante bien de precio (alrededor de 7-8 euros cada una). 














La Gran Muralla China

    Nuestro gran empeño (diríamos obsesión) era  visitar esta maravilla sin gente o con muy poquita para poder disfrutar del paisaje, las vistas y lo que suponía estar en esta construcción que empezó a realizarse en el 214 a.C.

    Bueno,  lo conseguimos y estamos pero que muy satisfechos de este logro. Fuimos a Jinshanling, recomendada en la biblia de los mochileros Lonely Planet. Intentamos coger un autobús público (estación de Dongzhimen), pero conocimos a un par de chicas rusas,  Anastasia y Olga, que nos encontramos en la parada) y regateamos durante más de 6 minutos con un tipo que se ofrecía a llevarnos en su coche y, finalmente,  por un precio más que razonable visitamos la muralla. Otra opción es coger el bus rápido número 980 hasta Miyún y allí negociar con alguien para que te lleve y te recoja.

















     La caminata duró unas cuatro horas, a pleno sol,  subiendo y bajando escalones.  ¡¡Pero mereció tanto la pena!! Disfrutamos de un recorrido montañoso con unas vistas impresionantes a través de tramos reconstruidos y tramos que estaban bastantes deteriorados que le daban su encanto histórico al “paseico”.  El conductor nos trajo de vuelta con una velocidad y unos adelantamientos que mejor no comentar, pero llegamos “safe and sound”.


           
798 Art District

    Visita recomendadísima.  Nos encantó este barrio situado en un complejo antiguo de una fábrica de accesorios electrónicos y reconvertido en galerías de arte. Hay graffitis y esculturas decorando las calles, tiendas, restaurantes y cafeterías muy chic, etc. Muy agradable para los sentidos.








    El escenario no podía ser mejor, con los vestigios de las antiguas fábricas, con sus tubos oxidados y el antiguo tren que servía para transportar las mercancías.







     Había arte asiático de estilo postmoderno entre otros, es decir, muy a lo occidental, pero sin dejar de lado su cultura oriental.




Estas galerías son un gran muestrario de las creaciones de la nueva generación de artistas chinos y también de otros países asiáticos. Muestran en muchas de ellas un rechazo a la gran cultura occidental del consumismo y a la globalización y hacen una reflexión en muchas de sus obras del gran legado que tiene la cultura oriental en todas sus facetas (científico, espiritual y humanístico).









Se llega muy fácil cogiendo desde la parada de metro Sanyuanquiao el autobús 401 hasta Dashanzi Lúkounan.


Hútòngs

     Los hútòngs son callejones estrechos y antiguos y  es donde mejor se respira el sentido de comunidad y la vida de “barrio” de Beijing. Es toda una experiencia perderse por ellos, aunque están siendo víctimas de la modernización de la ciudad (sobre todo, a partir de la concesión de las Juegos Olímpicos del 2008). Casi todos siguen una estructura basándose en la teoría taoísta del  feng shui,  intentando buscar el equilibrio cósmico. Están dispuestos de este a oeste con una puerta principal que da al sur para garantizar la luz solar y proteger contra los principios negativos que se acumulan en el norte. 
















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