Aquí estamos intentando actualizar este
blog con un poco de retraso. Como ya sabéis, el gobierno chino no permite
acceder a las redes sociales tipo facebook-twitter y tampoco nos deja entrar en
nuestro blog. Hemos conseguido a través de un facebook pirata colgar poca cosa
porque va muy lento (Raúl nos ha colgado también unas cuantas fotos). Nuestra
amiga Rocío (¡Chío, mil gracias!) nos está echando una mano en colgar todo esto
en el blog.
Ya ha pasado un mes y casi no nos hemos
dado ni cuenta. Llevábamos sólo tres o cuatro días viajando y ya estábamos
sintiendo lo acertada que había sido nuestra decisión de irnos a conocer mundo.
Es una gran oportunidad que vamos a tener (estamos teniendo, de hecho) para
conocer otras maneras de ver la vida, otros culturas, diferentes religiones y
creencias, distintas políticas,
otros modos de pensar; poder interactuar con otras personas y comunicarnos con
un lenguaje universal que son los gestos, los signos, la mirada, la risa;
conocer paisajes realmente maravillosos;
saborear muy ricas y variadas gastronomías, etc... Y, sobre todo, el poder hacerlo sin
prisas e ir eligiendo día a día nuestro próximo destino sin llevar una ruta
prefijada. Es una experiencia que nos está resultado maravillosa.
China nos está gustando. Ni que decir
tiene que al principio nos costó un poco adaptarnos, debido principalmente a
las aglomeraciones de grupos de turistas chinos concentradas en la Ciudad
Prohibida, el Palacio de Verano y en el metro de Beijing (a lo “tonto el
último”) y, como no, a las dificultades que teníamos para conseguir ir a los
sitios porque el preguntar no servía para nada porque la mayoría no saben
inglés y encima rehusaban a intentar comprendernos. Pero poco a poco hemos ido
haciéndonos al país y la verdad es que nos encontramos ya muy cómodos. Nada
mejor como llevar escrito en chino donde quieres ir y conocer la manera que
tienen de expresar del 1 al 10 con las manos, que es distinta a la nuestra
desde el 5 al 10. También es útil
muy útil madrugar para ir a los sitios que esperamos concurran avalanchas de turistas.
BEIJING
Tras un paso fugaz por Moscú que nos
permitió visitar la plaza Roja, el Kremlin y las paradas de metro más
impresionantes, llegamos a Beijing.
Beijing nos sorprendió gratamente. Se respira un ambiente menos frenético
que en otras grandes ciudades asiáticas (nuestra única referencia es Bangkok) y
los lugareños tienen tiempo para sentarse, jugar al ajedrez, tomarse una cerveza… Se siente cierto
relax al pasear por sus calles (¡¡no al cruzarlas!!) y no nos lo esperábamos.
Está relativamente limpia y la mayor pega
es el olor que desprenden los muchos baños comunitarios salpicados por
esta gran ciudad. Estos baños siguen siendo de gran utilidad para los
ciudadanos pues muchos siguen sin disponer de uno propio en sus casas.
Por lo demás, el barrio en el que nos hospedábamos era bastante tranquilo (entre las paradas de metro de Beixinquiao y Zhangzizhonglu) , tenía un supermercado de la cadena DÍA como dato curioso y bastantes restaurantes muy económicos. Como comentaremos en la sección de gastronomía (ÑAM ÑAM), la comida no tiene nada que ver con la que nos venden en los restaurantes chinos españoles. Hay una amplísima variedad y la estamos disfrutando bastante. Eso sí, MUY picante.
La Ciudad Prohibida
Nuestra primera visita turística fue a la
Ciudad Prohibida, el antiguo palacio de los emperadores de China de la dinastía
Ming y Qing. Se llama así porque estuvo prohibida su entrada durante quinientos
años, hasta que la república destronó al último emperador de la dinastía Qing.
La república duró en China no menos de 40 años. En el año 1946 estalló la
guerra civil y finalmente en 1949 se estableció el partido de Mao, “la República
Popular de China”, sumiendo a china a una dictadura que continúa hasta nuestros
días.
La Ciudad Prohibida es impresionante. Es
un complejo colosal con 800 palacios (muchos de ellos cerrados al público),
cada uno de ellos destinado para un propósito concreto. El nombre que se le da
a cada una de las salas muestra la trascendencia de esta cultura. Por poner
varios ejemplos: está la sala de la Armonía
Suprema, destinada a
celebraciones importante; o la llamada sala del Cultivo Mental,
destinada a cultivar el alma y la mente mediante ritos budistas. Es
bastante curioso la nominación de estas salas que más que describir para que
están destinadas evocan lo que se quiere conseguir o perseguir si se está
dentro de ellas.
La verdad es que nos fue complicado
transportarnos en el tiempo por la cantidad de gente que desfilaba a nuestro
alrededor (parecía un domingo de Agosto en Torremolinos o un último concierto
de los Rolling). Esto hacía que perdiera mucho de su encanto, pero aún así merece la pena vivir esta
experiencia.
El Palacio de
Verano
Es un recinto inmenso con muchísima extensión
ajardinada con un lago enorme, una islita en medio, lleno de templos,
puentes, colinas… Es una pasada paisajística que evoca muy bien las
imágenes que tenemos grabadas de la china clásica y bucólica. Este recinto era
la residencia de verano de los emperadores. Nosotros estuvimos poco tiempo visitándolo, porque aún no
estábamos muy acostumbrados a los
millones de turistas. Nos quedan varias fotos de recuerdo y unos cuanto
pisotones y empujones de este día en el palacio. Tanto la entrada de la Ciudad
Prohibida como la del Palacio estaban bastante bien de precio (alrededor de 7-8
euros cada una).
La Gran Muralla
China
Nuestro gran empeño
(diríamos obsesión) era visitar
esta maravilla sin gente o con muy poquita para poder disfrutar del paisaje,
las vistas y lo que suponía estar en esta construcción que empezó a realizarse
en el 214 a.C.
Bueno, lo conseguimos y estamos pero que muy
satisfechos de este logro. Fuimos a Jinshanling, recomendada en la biblia de
los mochileros Lonely Planet. Intentamos coger un autobús público (estación de
Dongzhimen), pero conocimos a un par de chicas rusas, Anastasia y Olga, que nos encontramos en la parada) y
regateamos durante más de 6 minutos con un tipo que se ofrecía a llevarnos en
su coche y, finalmente, por un
precio más que razonable visitamos la muralla. Otra opción es coger el bus
rápido número 980 hasta Miyún y allí negociar con alguien para que te lleve y
te recoja.
La caminata duró unas
cuatro horas, a pleno sol,
subiendo y bajando escalones.
¡¡Pero mereció tanto la pena!! Disfrutamos de un recorrido montañoso con
unas vistas impresionantes a través de tramos reconstruidos y tramos que
estaban bastantes deteriorados que le daban su encanto histórico al
“paseico”. El conductor nos trajo
de vuelta con una velocidad y unos adelantamientos que mejor no comentar, pero
llegamos “safe and sound”.
798 Art District
Visita
recomendadísima. Nos encantó este
barrio situado en un complejo antiguo de una fábrica de accesorios electrónicos
y reconvertido en galerías de arte. Hay graffitis y esculturas decorando las
calles, tiendas, restaurantes y cafeterías muy chic, etc. Muy agradable para
los sentidos.
El escenario no podía ser
mejor, con los vestigios de las antiguas fábricas, con sus tubos oxidados y el
antiguo tren que servía para transportar las mercancías.
Había arte asiático
de estilo postmoderno entre otros, es decir, muy a lo occidental, pero sin
dejar de lado su cultura oriental.
Estas galerías son
un gran muestrario de las creaciones de la nueva generación de artistas chinos
y también de otros países asiáticos. Muestran en muchas de ellas un rechazo a
la gran cultura occidental del consumismo y a la globalización y hacen una
reflexión en muchas de sus obras del gran legado que tiene la cultura oriental
en todas sus facetas (científico, espiritual y humanístico).
Se llega muy fácil
cogiendo desde la parada de metro Sanyuanquiao el autobús 401 hasta Dashanzi
Lúkounan.
Hútòngs
Los hútòngs son
callejones estrechos y antiguos y
es donde mejor se respira el sentido de comunidad y la vida de “barrio”
de Beijing. Es toda una experiencia perderse por ellos, aunque están siendo
víctimas de la modernización de la ciudad (sobre todo, a partir de la concesión
de las Juegos Olímpicos del 2008). Casi todos siguen una estructura basándose
en la teoría taoísta del feng
shui, intentando buscar el
equilibrio cósmico. Están dispuestos de este a oeste con una puerta principal
que da al sur para garantizar la luz solar y proteger contra los principios
negativos que se acumulan en el norte.
Sin duda merece la pena hacer escala en Moscú y echar un ojo!!
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