Pokhara
Tras varios días de
reposo en Kathmandú y sus bellos alrededores, en los que pudimos disfrutar de
nuevos momentos con nuestra querida familia nepalí y también de encuentros
inesperados y emocionantes con amigos que fuimos dejando a lo largo del
trekking, decidimos irnos a Pokhara.
Es la ciudad
perfecta para descansar merecidamente después de una larga ruta de senderismo.
Está situada a orillas del inmenso y precioso lago Phewa Tal. En los años 70 fue uno de los destinos más frecuentados
en Nepal por los hippies, junto a la calle Freak
Street de Kathmandú. Aunque ya poco
se respira ese ambientecillo que tuvo que tener, sigue siendo una ciudad muy
tranquila e ideal para relajarse, alquilar una bici, dar paseos en barca o
tirarte en parapente disfrutando de las vistas del Annapurna nevado.
Estuve en esta
ciudad hace 7 años y se han construido muchos más hoteles, bares y restaurantes
y los precios han subido bastante (aunque siempre se puede encontrar cosas
baratas). Frecuentemente, mientras
hacíamos el trekking, le decía a Patri que cuando llegáramos a Pokhara íbamos a
ir a un restaurante italiano que conocí donde se comía excelente y muy barato.
Nuestra decepción vino cuando llegamos y vimos que se había convertido en uno
de los restaurantes más caros de la zona.
De todas formas,
tuvimos mucha suerte al alojarnos en un hostal que nos había recomendado una
pareja griego-española por el camino. Olvidamos el nombre pero está justo enfrente
del Phil’s Inn. Nos cobraron 3 € por
una habitación con baño dentro, nos invitaron a desayunar y a comer el típico daal bhaat y nos trataron como parte de
la familia. Nos contaron historias de aquella Pokhara antigua donde no existían
ni carreteras y los ataques de tigres no eran poco frecuentes. Parece ser que el primer explorador que visitó
la ciudad fue un tal Toni Hagen, suizo, en 1952.
Desde Pokhara se pueden iniciar varias rutas
largas y cortas de senderismo, como la famosa ruta de los Annapurnas (que nosotros iniciamos desde Kathmandú), la ruta del santuario del Annapurna (o del ABC: campo base del Annapurna), la ruta de 3 días
a Poon Hill, etc… También hay
posibilidad de realizar visitas a la Pagoda de la Paz Mundial, a diversos
asentamientos tibetanos, o disfrutar de un amanecer mágico mientras el sol va
tiñendo de púrpura los picos del Dhaulagiri,
del Machhapuchhare y del Annapurna II desde el pueblo de Sarangkot (es una pena que casi siempre
esté nublado).
Pokhara también es considerado como
un paraíso para los amantes del parapente. Tiene que ser todo un lujo lanzarse
desde unos 700 metros y disfrutar de maravillosas vistas mientras vas pasando de
un termoclima a otro y sintiéndote un pájaro durante un buen rato. No hay más que mirar al cielo para darse
cuenta de ésto.
Nosotros, después
de casi dos semanas de disfrute y “sufrimiento” en la montaña, decidimos
tomárnoslo con mucha tranquilidad y nos limitamos a relajarnos y a dar agradables
paseos por el Lakeside y por los
campos de arroz de alrededor.
Tansen
Rumbo a Lumbini y ya con la cabeza puesta más en
nuestra próxima aventura, la India, decidimos hacer parada y noche en este pueblito
del que habíamos leído muy buena críticas. Es cierto que tiene encanto subir y
bajar las cuestas (sobre todo sin mochila) de las calles de su centro antiguo e
inmiscuirte así en la vida de barrio, aunque a nosotros no nos gustó mucho este
pueblo. Nos pareció que tenían mucha más esencia y singularidad aquellos que
visitamos alrededor de Kathmandú (Patan, Kirtipur, Chobar y la
maravillosa Bhaktapur). Además todos
los hoteles nos resultaron carísimos para lo que ofrecían. Probablemente si nos
hubiéramos quedado más días haciendo rutas de senderismo o visitando las ruinas
de Ranighat, igual nos habríamos llevado una mejor
impresión. Quién sabe.
Lumbini
Esta
fue la última ciudad nepalí que pisamos antes de cruzar la frontera hacia la
India. De relevante importancia porque es donde se cree que nació Buda, en el año 563 a.C. La leyenda
cuenta que su madre, Maya Devi,
estando embarazada y viajando entre los estados de Kapilavastu y Devdaha, se
encontró un estanque extraordinariamente bello,
rodeado de flores y decidió bañarse. Después se puso de parto y sólo pudo
andar 25 pasos, sujetarse a la rama de un árbol, el árbol bo, y nació Siddhartha Gautama. Se dice que sus discípulos construyeron
numerosos monasterios y stupas en las zonas de alrededor, que posteriormente
fueron abandonados o destruídos. El imperio mongol, a finales del siglo XIV, terminó
destruyendo los monumentos que quedaban.
A
partir de 1978 se constituyó la Zona de Desarrollo, que consiste en un recinto
formado por lagos y monasterios de reciente construcción por comunidades
budistas de todo el mundo. La estructura central es el templo de Maya Devi,
construido en el lugar donde se cree que nació Buda.
Nosotros recorrimos el recinto
en bicicleta (recomendable) y no nos entusiasmó demasiado. Nos pareció más un
parque temático que un lugar donde se respirara un aire muy budista.
El
pueblito, Lumbini Bazaar, es minúsculo
y sólo hay unos pocos hoteles y dos restaurantes. Tuvimos la oportunidad de
conocer y conversar largo y tendido con un catalán supermajo que estaba
viajando en moto por Nepal, Shasha, y tuvimos la gran suerte de que coincidiera
nuestra segunda noche allí con la fiesta de
Diwali .
La fiesta de Diwali es la
fiesta de las luces. Es celebrada con fervor por todos los hindúes y simboliza
para ellos la victoria de la luz sobre las tinieblas. Cuando cayó la noche todo el pueblo se iluminó con velas y con luminosos
eléctricos similares a los que
utilizamos en Navidad. Cada puerta es
decorada con polvos de colores con los que dibujan figuras geométricas y circulares
parecidos a los mandalas y alrededor
de los dibujos encienden velas de mantequilla
para avisar a la diosa Lakshmi de que
entre en sus casas y las inunde de riqueza y prosperidad.
Estas fiestas no
tienen una sola simbología o un solo motivo de celebración como pudimos
comprobar. Todos los símbolos y ritos tienen muchas explicaciones, entran en
juego varios factores que van combinados con las epopeyas de varios dioses y
diosas, con la naturaleza, la vida, la muerte. Este día también sirve para
iluminar a las almas de las personas que dejaron esta vida. Se dice que las
almas empiezan su peregrinación hacia otro cuerpo y los hindúes iluminan todo
para que encuentren el camino.
Las dos fiestas más
importantes para los hindúes las vivimos con nepalíes hindúes, y nos sirvió
como aperitivo para adentrarnos a nuestro siguiente destino, la India, donde la espiritualidad, la religión y las
creencias están por encima de la vida y la muerte.
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