miércoles, 31 de octubre de 2012

Koh Tao (Tailandia)

 
     Sin duda, somos malaguitas; por nuestras venas corre el Mediterráneo y nuestros corazones se ponen contentos cuando estamos en contacto con el mar, la arena y el sol.
   Nuestros cuerpos se enrojecen, tímidos ante la inmensidad del mar y su poderío. Nos gusta meternos dentro del inmenso acuario que son estas aguas y nadar junto con los pececitos , como una parte más del banco , flotar y que sea la corriente la que nos empuje a descubrir el mundo marino.
   
    En compañía, y a la vez en solitario, nos van pasando los días de forma  placentera, con calma,  desasosiego; alimentando nuestros cuerpos de agua y sol para poder florecer.
 
 






    Koh Tao es una pequeña islita situada en el golfo de Tailandia. Su nombre significa  “Isla Tortuga” y es que hace muchísimo tiempo había más tortugas que mochileros. Esta islita de apenas 21 Km cuadrados es ideal para hacer snorkel y bucear con botella. Nosotros elegimos esta isla para hacer un alto en el camino y descansar, pues estratégicamente estaba bien comunicada y a finales de septiembre nos asegurábamos que el buen tiempo en esta parte de Tailandia estaba casi garantizado.
    Nos instalamos en una playa fuera del bullicio, y aunque sabíamos que no íbamos a estar solos como en alguna de las islas de Indonesia en donde habíamos estado, por lo menos queríamos estar lo más tranquilo y familiar posible. Nuestra playa se llamaba Sainuan Beach 2    y nos alojamos en una cabaña (Char Bungalows) con vista a la inmensidad azulada de este mar y pagamos muy poco, unos 10 euros diarios.

    Nuestra vida en esos días fue relajada y emocionante. Hacíamos snorkel y descubríamos las especies que pueblan estos mares. Lo mejor que vivimos en estos días aconteció una tarde cuando Carlos se metió en el agua a hacer snorkel en frente de nuestra playa y, a escasos metros, avistó a dos tiburones de aleta negra. Lleno de júbilo y excitadísimo me avisó para que experimentara y viera a estos magníficos e imponentes peces. Yo pensé que cuando me sucediera semejante acontecimiento saldría corriendo, pensando que podría convertirme en unos de los personajes de la película Tiburón. Pero fue todo lo contrario, me sentí tranquila y me acerqué todo lo que pude para cerciorarme de que lo que me estaba pasando no era un sueño.
    Aconsejamos esta isla a los amantes del buceo y a los que les guste combinar esta práctica con una isla llena de alternativas para los turistas: bares de copas, restaurantes, discotecas, locales de masajes, muchos guiris, poco contacto con la población local e ideal para descansar con todas las comodidades posibles.
   
    Si vas buscando una islita solitaria, con buceo, romántica y salvaje creemos que muchas de las islas que existen en Indonesia cumplen mejor con esas expectativas.






SAIL ROCK

    Bendito el día que Joel, el chico catalán que conocimos en Luang Nam Tha, Laos, me recomendó este sitio de Koh Tao para bucear: Sail RockComo habíamos decidido alejarnos de la zona más turística de Koh Tao para pasar estos días de la forma más tranquila posible, dejé las inmersiones con botella para los últimos días.
    La zona de Sairee Beach, la más turística de la isla, es el sitio con más escuelas de buceo por metro cuadrado del mundo y donde más títulos y certificados se obtienen. Las condiciones de la isla son ideales: aguas transparentes, poca corrientes, buena temperatura de sus aguas y, sobre todo, una diversidad inmensa de corales y peces, incluido… ¡tiburones!. La parte mala de todo este asunto es que imaginad como sufre el coral con tantos buceadores cada día yendo a los mismos sitios…

    La única escuela que iba a Sail Rock esos días era Big Blue Diving. En concreto, el último día de nuestra estancia en la isla. Suelen salir una vez a la semana, y no todas las escuelas, porque está a 2 horas de Koh Tao. Y pensar que casi me lo pierdo…

    Me levanté nerviosito porque me habían dicho que había muchísimas posibilidades de ver tiburones toro: una de las especies de tiburones más agresivas y que más imponen, junto al tiburón blanco.  El día empezó bien porque cuando llegué al barco me presentaron a quien iba a ser mi “divemaster” (es decir, mi guía y ayuda en el agua). Ernesto, un mallorquín supermajo que llevaba ya un tiempo viviendo en Koh Tao, como instructor de buceo. El día fue como la seda. La primera inmersión fue apoteósica: nada más bajar ya vimos los primeros tiburones. Buff, sentí una emoción tremenda. Los bichos imponían porque medían entre 2 o 3 metros y los teníamos tan cerquita. Después seguimos viendo cosas maravillosas: barracudas gigantes, meros gigantes, batfish, peces ballesta (uno me mordió una aleta), peces emperador, etc… Había un momento en que mirara donde mirara divisaba peces maravillosos. La segunda inmersión fue igual de emocionante, pero con más tiburones, no me lo podía creer. Cuando salimos del agua, casi no podía hablar de la excitación. Me dijo Ernesto que de las 2000 inmersiones que había hecho, probablemente estas habían sido las mejores. Todo un lujazo.
    De regreso a la isla nos paramos en Chumphon, otro de los mejores sitios de la isla para bucear. Por la mañana habían avisado de que habían visto dos tiburones ballena merodeando por la zona. Ernesto me decía que si lográbamos verlos no me iba a dejar escapar de la isla tan fácilmente, jeje. Y yo creo que tampoco le iba a poner mucha resistencia. Al final, tras 41 minutos buscando como locos, no pudimos toparnos con tan impresionante animal. Aun así, la sonrisa en la cara no me la quitaba nada ni nadie, después de haber vivido uno de los días más emocionantes del viaje.

 



 
BANGKOK

    Desde que partimos de Laos, ya teníamos una cita ineludible programada: ver a nuestros amig@s Mª Ángeles y Jesu, que viajaban a Tailandia en su mes de vacaciones. Después de intercambiar muchos “wassaps” con diferentes fechas para hacer coincidir recorridos, nos vimos finalmente en Bangkok, ellos a su llegada y nosotros antes de partir en avión hacia Nepal.
     Fue bastante bueno para nosotros encontrar y disfrutar de amigos a los que valoras mucho. Les das más importancia, aun si cabe, cuando estas viajando y tan lejos de aquellos que te quieren y quieres. Después de tres meses y medio en Asia,  nos vinieron a visitar o a encontrar y nos sentó como lluvia fresca, necesaria, recién caída del  cielo. Nos llenaron la mochila de cosas que necesitábamos de España y también nos llenaron los días que pasamos juntos de cariño y de saber que la amistad que se forja, se llena y se queda depositada aunque estés lejos.


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