CHÉNGDÜ
Chengdú es la capital de la provincia de Síchuàn. Es una ciudad enorme
que nos pareció bastante sosa, pero sirve como centro estratégico para realizar
visitas por la región o por otras regiones cercanas. Pensábamos ir al parque
Nacional de Jiüzhàigöu, al norte, pero el pronóstico del tiempo anunciaba
tormenta, así que decidimos no ir.
Lo que no perdimos fue la oportunidad de ir al Centro de Investigación y Cría
de Osos Panda. Casi todos los hostales ofrecen visitas pero es mucho más barato
ir por tu cuenta en autobús público. Así hicimos nosotros. Lo que sí hay que
procurar es llegar temprano porque es cuando dan de comer a los osos y están
más activos. El recinto es bastante grande y a los osos se les ve bastante
“cómodos”, pero claro, no es lo mismo que tenerlos en libertad.
Como todos sabéis el oso panda está en peligro crítico de extinción. Se
estiman que quedan menos de 1000, en varias regiones de China. El enemigo número uno es el ser humano
(como pasa en la mayoría de las ocasiones) que produce una pérdida de su
hábitat de un modo imparable con la tala de los bosques. Las compañías
madereras no cejan en su empeño de ocupar cada vez más espacio y las
perspectivas, por tanto, no son muy halagüeñas.
En este centro se intenta mejorar la
reproducción y la tasa tan alta de mortalidad infantil que tienen los osos
panda. Un dato muy curioso es que las hembras sólo están en celo de uno a cinco
días al año (en Abril: la primavera….) y suelen ser muy selectivas. Además el
oso recién nacido pesa alrededor de 100 gramos y si nace más de uno, la madre
elige al que más posibilidades crea que tenga de sobrevivir. De ahí las
dificultades.
Los osos panda vistos en directo son espectaculares. Son torpes, comilones,
dormilones y muy perezosos. No nos cansábamos de ver como devoraban su comida
favorita: las hojas de bambú.
En el centro también se pueden ver pandas
rojos. Su número en el mundo también está disminuyendo de forma drástica por la
fragmentación de su hábitat y la caza furtiva. Es más pequeño que el panda
gigante y mucho más ágil y rápido. El paseo por su área está chulísimo porque
se salen de sus zonas a través de agujeros y pasan justo al ladito de uno.
Increíble.
CRUCERO POR EL RIO YANGTZÉ
Una muy buena amiga nos había recomendando hacer
este crucero cuando le preguntamos
qué fue de las cosas que más le había gustado cuando estuvo por estas tierras. Pues
bien, mi gran amiga tenía toda la razón cuando me describía este crucero como
toda una experiencia antropológica. Sin dejar de lado, por supuesto, el espectacular paisaje que hemos podido
presenciar mientras navegábamos: las gargantas son auténticos rascacielos
naturales en el que te sientes muy pequeñito ante tanta grandeza de la
naturaleza (creo que las fotos hablan por sí solas).
Lo
que no se puede detallar en una foto es la experiencia cultural, curiosa y
anecdótica de convivir durante
tres días con gente autóctona, con chinos que estaban de vacaciones por su país
y que viajaban con nosotros (más bien, viajábamos con ellos). Lo que para un
occidental hubiese sido el anticrucero, para ellos eran unas vacaciones en toda
regla.
Bueno, para empezar éramos los único occidentales del barco junto a
otra pareja de holandeses (Jennika y Michelle), con la que hicimos muy buenas
migas.
Éramos el foco de todas las miradas y ahora sabemos cómo se tiene que sentir un famoso en cuanto a
los recelos por su intimidad. No paraban de mirarnos de forma descarada e
incluso nos señalaban para constatar que estaban hablando de nosotros. Y
luego, por supuesto, las fotos: todos
querían hacerse fotos con nosotros (esto no está ocurriendo durante todo el
viaje, la gente nos para por la calle para preguntarnos si nos podemos hacer
una foto y también nos hacen fotos en plan pararazzi). Éramos una atracción más
de su viaje.
El barco se podría pensar que en otros tiempos fue más lujoso y aparente,
pero no había donde rascar. Era muy cutre pero para nosotros tenía el encanto de lo que ya empieza a
ser unas de nuestras frases recurrentes: es un barco “a lo chino”, ni mejor ni
peor. Es más, no es comparable,
sino diferente.
Nuestro camarote era de cuatro, por lo que teníamos que, en principio,
compartirlo con dos personas más. Pero ese era nuestro pensamiento occidental,
la habitación la compartimos con una familia: padre, madre y un hijo
grandecito. Hablando de hijos, en China las parejas sólo pueden tener un niño.
Es una ley que intenta controlar el índice de natalidad, sobre todo en las
zonas urbanas. En la mayoría de zonas rurales se permite tener dos niños, si el
primero es discapacitado o si es del sexo femenino. Los que no cumplen esta ley son expuestos a multas elevadas
y los niños “extra” (llamados niños “negros”) no tienen ningún reconocimiento
legal.
Imaginaos el minicamarote con minibaño y cinco personas dentro. En España la palabra hacinamiento no
puede ir vinculada con crucero o vacaciones, pero para los chinos es una característica
más de su cultura. Esto deriva de que durante el periodo de Mao las casas
pasaron a ser propiedad del estado. Al haber insuficientes viviendas y un mal
reparto se veían obligados a vivir en un mismo piso hasta tres o cuatro
familias, compartiendo cocina y baños comunitarios.
El hacerlo todo en grupo es otra de la
idiosincrasia de su cultura. Ellos dicen que ahorran tiempo porque se lo
organizan todo y que también les
sale más barato.
Así que allí estábamos
siguiendo a una guía china que no paraba de hablar, sin enterarnos de nada, moviendo
la cabeza tres segundos después de los 200 chinos que iban con nosotros para
capturar un paisaje que la guía había resaltado como espectacular, etc.
Otro momento que merece ser mencionado
es el momento karaoke. El barco, ¡cómo no!, tenía karaoke y creo que esa era la distinción
de saber que estábamos en un barco destinado al disfrute y al estar de vacaciones.
Les encanta el karaoke. Cantamos por supuesto y la verdad que fue todo un
momentazo. Lo dimos todo (jeje) y nos estuvieron invitando a cervezas para que
no nos fuésemos.
Al final te acostumbras e intentas relativizar. No importa si los 200
chinos quieren salir todos a la vez del barco, o si no forman cola y se te cuelan
tras empujón previo, o si quieres
hacer una foto y no hay manera de encontrar un hueco porque allí están todos
disparando y disparando, etc…
Es parte de este viaje y de viajar por
China: tú tienes que buscar tu tranquilidad dentro del bullicio, cosa que
estamos aprendiendo y que ellos hacen muy bien. Aunque durante nuestro segundo
mes intentaremos ir a sitios menos concurridos.
PARQUE NACIONAL DE ZHANGJIAJIE
Tras el crucero cogimos un autobús hasta
Wuhan (4 horas aproximadamente) con Jamie Lin, una chica de allí que conocimos
durante el crucero que hablaba muy bien inglés. Allí su padre nos recogió y nos
ayudaron a buscar hotel. El hotel nos resultó un oasis en el desierto después
de los tres días de crucero.
Además nos resultó de lo más barato ya que la habitación era grandísima.
Una cosa que nos resultó bastante extraña fue que en la recepción del
hotel también le pidieron el carné
de identidad a ellos. Y es que en China, aunque hace unos diez años un
comunicado oficial aseguraba que los viajeros extranjeros podían elegir hotel
libremente, aún se prohíbe alojarnos en muchos de ellos, que suelen ser los más
económicos. El gobierno enmascara el asunto diciendo que es por “salvaguardar”
nuestra seguridad. Hemos leído que también hay hoteles que sólo aceptan
occidentales (¡menuda tontería!), pero aún no nos hemos encontrado ninguno.
De Wuhan (la ciudad no tiene nada, es enoooorme
y la cruza el río Yangtzé) fuimos a la ciudad de Zhangjiajie tras 12 horas en
un autobús cama. Era la primera vez que cogíamos este medio de transporte en
China y es de lo más esperpéntico. Son tres filas de literas que ocupan todo el
autobús y lo más gracioso es que las camas eran diminutas. No había forma de
estirarse en ellas porque es que no había literalmente espacio para hacerlo. De
manera que se nos hizo un poco pesado el viaje si le sumamos el frío “polar”
que generaba el aire acondicionado y que los chinos no saben hablar en voz baja
y respetar el sueño ajeno, jejeje…
Llegamos a Zhangjiajie (provincia de
Húnán) sobre las 3:00 am a una estación de autobuses totalmente desértica. ¿Y
qué hacer a esa hora? Tomamos la decisión de irnos a un albergue que vimos en
la guía y cruzar los dedos y esperar que hubiera alguien allí. Cuando llegamos
estaba chapadísimo. Golpeamos la puerta en varias ocasiones sin ninguna
respuesta. Cuando ya nos encaminábamos a buscar un hueco donde poder planchar
un rato la oreja, un chico se asomó a la puerta y nos dejó pasar. La sensación
de alivio que sentimos fue considerable. Esas horas no daban para muchas
explicaciones, de manera que nos señaló unos sofás e intentamos dormir un poco
hasta que el albergue empezó a mostrar más movimiento. Imaginaos el hall del
albergue con unos 6 sofás ocupados por el chico que nos abrió, nosotros y otra
pareja de chinos que llegó un par horas más tarde que nosotros.
La entrada al Parque Nacional de Zhangjiajie
está a unos 40 minutos en autobús desde la ciudad. Hay otra entrada en
Wúlingyuán si se viene del este (Shanghai, por ejemplo). Otra opción es dormir
en el pueblo de Zhangjiajie, al lado del parque, con un entorno mucho más
interesante. Nosotros estábamos tan cansados del trayecto en bus que nos daba
mucha pereza volver a movernos, de modo que nos hospedamos en la ciudad
(Zhöngtian International Youth Hostel). La entrada al parque cuesta unos 30
euros y te da opción a entrar durante 3 días.
El parque en sí es de lo más impresionante:
bosque frondoso rodeado de cientos de picos y pináculos kársticos, mil especies
de plantas, insectos rarísimos, ríos, cascadas, cuevas, etc… Dicen que James
Cameron se inspiró en este parque para recrear las montañas Aleluya de la película Avatar (no sabemos si es
verdad o sólo una buena manera de darle publicidad). Lo que sí es cierto es que
tiene muchísima similitud con el mundo de Pandora:
Hubo momentos “míticos”
que vivimos en el parque: la
subida en telesilla a uno de los puntos más altos (1048 m) para contemplar las
vistas, la bajada desde este mismo sitio por escaleras de piedra durante algo
más de 2 horas, el vernos en cierto punto rodeado de monos durante más de media
hora y poder contemplar su comportamiento: la forma que tenían de relacionarse,
como se “espulgaban” los unos a los otros, etc …
Pero siempre hay un “pero”. Y es que en
muchas zonas discurrían riadas y riadas de turistas chinos (occidentales vimos
muy poquitos) que te hacían despertar del sueño y volver a la realidad. A lo
mejor al ser Julio-Agosto, el número de visitas se triplica porque coincide con
las vacaciones de la universidad y colegios y en otro momento quizá la visita
puede ser más apacible.
Hola pareja...estoy encantado de seguios, me habeis hecho pasear por China durante un rato,y me he olvidado de donde estaba.... que pasada!!!, ya imagino al Carlitos disfrutando de esos momentos únicos, que me conozco tu cara de estar disfrutando!!!!!!. Un abrazo, seguid asi, mucho animo!!!!!! Kike
ResponderEliminarPatriviri y Carlitos!!!!!!!!resumiendo: lo estoy FLIPANDO!!!!x muchos motivos pero, entre otros, vaya pedazo aventura q os estáis marcando!!!Uffff,increíbles los paisajes y las aldeas.....aiinnnnns, y los osos panda son preciosos!!!! Y ese crucero no tiene desperdicio,con karaoke y todo.....totalmente, made in China!!!!!!
ResponderEliminarAdemás, agradecemos el blog q os estáis currando porque es muy completo y detallado...La verdad q nos estáis acercando a este gran país,desconocido al menos para mi...y como nos estáis poniendo los dientes largos, nos estáis facilitando muchisimo el poder recorrerlo en un futuro...Seguir disfrutando de esta EXPERIENCIA, q estoy convencida será irrepetible.....Gracias x compartirla!!!!! Eso q nos queda....jjjjjj
Mi lokita!!!!te exo un montón de menos!!!! Me alegro de q la estés gozando....ya te imagino con l@s Chin@s haciéndote entender y dándolo todo en el karaoke....jjjjj
Besos enormes a l@s dos!!!!!!! Se os quiere muxisimo!!!!!
Maravilloso!! plena naturaleza!
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