En China existen
56 etnias y son los han la etnia mayoritaria, conformando el 92% de la
población. En esta parte del norte de la provincia de Guantxi y del sur de la
provincia de Guizhoú estuvimos visitando varios pueblos dong, destacando sin lugar a
dudas Chéngyáng y de Zhaoxing.
Los dong han construido sus
pueblos entre montañas, que yerguen a orillas de los ríos. Siguen manteniendo
su tradición y costumbres de más de 600 años. Tienen una riqueza cultural
importante y bien conservada. Destacan, sobre todo, por su inteligencia y
elegancia en la construcción de puentes, sus dotes musicales y su poesía.
A la entrada del
pueblo de Chéngyáng pudimos contemplar el impresionante “puente del viento y la
lluvia”. Es el mayor de toda la provincia (165 metros de largo) y Patrimonio de
la Humanidad.
La explicación
del nombre de estos puentes es que son un buen lugar para resguardarse en los
días de lluvia y durante los calurosos veranos, ya que es donde corre el viento
más fresco. De manera que se convierten en lugares populares donde se pasa el
rato, se charla, se juega a las cartas e, incluso, se echan una siestecita en
los bancos laterales de madera.
En muchos de ellos
existen pequeños altares budistas en donde la gente deja ofrendas y realizan
sus oraciones.
Este puente y
todos los que pudimos admirar en estos pueblecitos son una maravillosa obra de ingeniería:
están levantados con troncos de abetos y no existe ningún tipo de ensamblaje entre
ellos, como si de un rompecabezas se tratara.
En este
pueblo nos quedamos dos noches (Dong Village Hostel). Estuvimos paseando y
disfrutando del espectacular paisaje que existe en los alrededores y relajándonos con el sonido producido
por los molinos de agua. Visitamos varios pueblos dong (¡qué pena que no
pudimos hacernos con una bici!) y estuvimos haciendo globos y jugando con los
niños y con los no tan niños (más fotos en GLOBOS)
Para llegar a Chengyang desde los bancales de la Columna del Dragón tuvimos
que coger tres autobuses. El primero desde Dazhai hasta Longsheng (2-3 horas),
el segundo desde Longsheng a Sanjiang (hora y media) y el último, un microbús
hasta el pueblo (19 km).
Nuestro siguiente destino fue el pueblo
de Zhaoxing (5 horas en bus), ya en la provincia de Guizhou. El camino fue
espectacular y movidito, cruzando montañas y grandes extensiones de verdes y
exuberantes arrozales.
Zhaoxing es el
mayor y más antiguo asentamiento de la etnia dong. Se sitúa en el interior de un hermoso
valle y cuenta con 5000 habitantes reunidos en 800 familias.
Este pueblo
nos encantó. Sus casas están hechas de maderas y decoradas artesanalmente de
forma sencilla con pequeños motivos tallados, que nos recuerda estar en un pueblo
con historia, con solera. También hay varios puentes del viento y la lluvia y
cinco extraordinarias torres del tambor.
Las torres del
tambor son otra de las características arquitectónicas y singulares de esta etnia.
Son estructuras circulares y altas que están presentes en todo pueblo dong. Son construidas por
personas de un mismo clan (en Zhaoxing hay cinco clanes) y juegan un papel muy
importante religioso y social para la vida de las aldeas. Representan la
identificación material del espíritu de la comunidad y es el lugar de reunión donde se toman las decisiones más
importantes. Normalmente al lado de las torres hay una gran plaza donde se celebran
fiestas y se realizan las representaciones musicales.
En este pueblo también pudimos
deleitarnos con el canto singular de esta etnia. Es un canto fluido y suave con
una calidad musical pura y unificada. Cantan reproduciendo sonidos de animales
como el de la cigarra y las letras en su mayoría son una alabanza a la naturaleza
y al respeto que sienten hacia ella. Es impresionante oírl@s cantar. La coral
no tiene ni director ni orquesta. Se compone de una voz principal a la que le
siguen el resto del coro. El único instrumento que utilizaron, y en contadas
piezas, fue la flauta autóctona y el citar chino. Colgaremos un video
próximamente.
Esta peculiar
forma de cantar se remonta a la dinastía de los Song, a mediados del siglo
pasado, y sigue siendo un elemento imprescindible y necesario en su cultura, Según
un proverbio de esta etnia, “la comida nutre el cuerpo y el canto el corazón”.
Ellos consideran que comer y cantar son igual de importantes para sentirse bien
con uno mismo, por eso todos intentan cultivar este arte practicándolo en sus
quehaceres cotidiano en el campo.
Las calles
de estos pueblos nos llamaron bastante la atención porque en casi todas ellas
había un despliegue considerado de grandes trozos de telas largos y estrechos,
expuestos en el suelo o tendidos en las barandas de las casas. Poco a poco fuimos comprendiendo el por qué
y su utilidad. Estas telas son confeccionadas por las mujeres dong. Ellas las tiñen con
pigmentos naturales que extraen de las plantas y las mezclan con una especie de
piedra arenosa consiguiendo así un color púrpura muy característico, utilizado
en general por la mayoría de las etnias. Estas telas, una vez tintadas, son
golpeadas fuertemente con un mazo de madera durante horas. Nos figuramos que
esto lo hacen por dos motivos: uno, para que la tinta quede bien impregnada en
la tela; y otro, para conseguir un efecto almidonado. Una vez la tela está seca
se coloca en una caña de bambú y se le van haciendo pequeños pliegues por partes.
Al final, se unen todas las partes y queda confeccionada una falda bastante
tiesa y muy plisada, orgullo de un trabajo artesanal bien hecho. Todo este proceso
de manufacturación es realizado por las cuidadosas manos de las mujeres dong
Que maravilla. Juer no tengo palabras
ResponderEliminarGracias Plimo, nos alegramos muchísimo de que te guste. Ya sabes que este blog no sería posible si no fuera gracias a ti y a tus dotes artísticas. Un besazo
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