Llegamos a Pushkar en un tren que nos dejó en Ajmer, una ciudad gigante a tan sólo 11 kilómetros de esta
encantadora población. Estábamos con las
defensas bajas, después del larguísimo viaje, para enfrentarnos a la marimorena
que se nos presentaba al salir de la estación de trenes: mercadillos rebosantes
de objetos, comestibles y mucha vida; mercaderes ambulantes ofreciéndote mil y
una historias y un trasiego de miles de personas yendo y viniendo como ríos con
olor a curry. Y Carlos y yo recién
aterrizaditos en este país, lidiando con las pocas fuerzas que nos quedaban
para conseguir un autobús local que nos llevara a nuestro ansiado destino. Pero
no hubo mucha espera ni sacrificio en nuestra travesía, un hombre majísimo pasó
por donde estábamos y con una sonrisa de oreja a oreja nos preguntó si íbamos a
Pushkar, y por arte del dios Ganesh estábamos sentados en la parte
posterior de un todoterreno, fresquitos, desestresados y camino a la Feria del
Camello.
Pushkar es una de las
cinco ciudades dhams, sagradas de la
India. Como tal los hinduistas tienen que peregrinar hacia ella y bañarse en el
agua sagrada de su lago. El enclave de esta ciudad confirma su estado sagrado
de oasis en mitad del desierto, de esperanza en la inmensidad de la nada.
Está situada en el desierto del Rajastán y a sus pies tiene un lago de
52 kilómetros. Es una de las ciudades más antiguas del mundo y ya en las
epopeyas hindúes se habla de ella. Incluso se dice que el dios de la creación Brahma descansó y disfrutó de su lago
después de la creación.
Feria del Camello
En este escenario épico, histórico,
envuelto de un fervor religioso que se respira en constante vibración con los
devotos, se celebra todo los años la Feria o Festival del Camello, en
Noviembre, cuando el calor del desierto durante el día aún se soporta y cuando
la luna está llena para alumbrar a los miles de moradores que acampan en él.
Millares de ganaderos procedentes de todo
el Rajastán se reúnen a las puertas de esta ciudad a intercambiar y vender su
ganado. Todos los años hacen su peregrinación comercial y en estas tierras
sagradas siguen intercambiando y realizando transiciones ganaderas como antaño.
Los compradores se pasean por la feria y determinan la categoría de los
animales por el estado de sus dentaduras y su porte. A su vez, los vendedores
lucen con orgullo sus ganados, decorando a los camellos con collares de
colores, tobilleras con cascabeles y rasurando sus lomos con motivos florales;
peinan, lavan y acicalan a su ganado para que el comprador se interese en ell@s.
Pasear por el festival es una experiencia
coleccionable única. Para Carlos uno de los momentos más inspiradores y
gratificantes para dar rienda suelta a una de sus grandes pasiones: la
fotografía.
Y es que faltaban ojos para poder estar
atentos a todos los acontecimientos del escenario: los preciosos camellos, los
hombres con sus turbantes fumando hachís a lo indio, es decir, inhalando por
una ranura que se ante abre en el hueco de sus dos manos juntas; los dentistas
improvisados sacando entre cuatro o cinco personas el diente a una camella; las
mujeres y niñas recogiendo la moñiga seca del suelo, para después utilizarla de
combustible para cocinar, etc. No sólo hay camellos, también hay caballos, búfalos,
puestos de comida, atracciones y todo tipo de mercadillos de souvenirs y utensilios para los animales
y para amenizar el día, gitanos/as artistas, malabaristas, encantadores de
serpientes, etc.
Ante tanto despliegue de acontecimientos,
no queríamos irnos de ninguna manera de esta mágica ciudad, pues no sólo sus
rincones nos atraían y enganchaban, también su gente y las personas que
conocimos en Pushkar fue de lo más especial.
Víctor,
un buen amigo-familiar, me habló de una chica que se llamaba Anita y vivía aquí. Un día
andando por la feria nos la encontramos sin más, nos invitó a su casa, que estaba
muy cerca del asentamiento de la feria. Vivía con su familia, todos de etnia
gitana y nos parecieron muy similares a los gitanos de España. Ya es sabido que
los gitanos provienen de la India y su éxodo masivo partió en concreto del
norte de este país. Muchas de las palabras que usan los gitanos en España son
idénticas de las que emplean ellos. Me gustó ver como una de ellas llevaba un
delantal de lunares tan familiar para nosotros. Anita se dedica a bailar la danza típica gitana del Rajastán y gitana y zalamera como ella
sola nos cautivó con sus bailes y con los relatos de sus vivencias. Conocer su
forma de vida y a su extensa familia fue muy interesante.
Una de nuestras paradas casi obligatorias
diarias cuando estuvimos en Pushkar
era el Hard Rock. Allí conocimos a Mango, el camarero que lo regenta, salao
y con corazón español que nos cautivó a los dos y al que yo ayudé como camarera
en alguna ocasión en la que se vio desbordado.
Aquí, en lo que se convirtió en nuestro meeting point, conocimos a Raúl y a Sandra, dos españoles medios indios, pues todos los años vienen a
la India a por género para sus respectivas tiendas en España. Raúl es un tío grande,
aventurero como él sólo, amante de las motos y de lo imposible. Una de las
pocas personas que conocemos que se está haciendo la India en moto, atravesando
parques nacionales y haciendo carreteras con las marcas de sus ruedas donde no
las hay (http://www.facebook.com/IndiaEnMoto).
Pushkar ¡¡bendita!! Nos
dio muchos momentos buenos y ninguno malo, regada de tanta serenidad,
espiritual, nos colmó de felicidad y nos reafirmó en nuestra decisión de
visitar India, sentirla y vivirla.
Qué pasada de fotos, no me extraña que os costara hacer la selección... alucinantes!
ResponderEliminarNos teneis enganchado con el blog. Un beso muy fuerte de Chemapoli y virginia. SUERTE AMIGOS.
ResponderEliminarGracias, Chío! No nos cansamos de repetir que sin tu ayuda este blog no sería posible, mil graciaaaaaaaas!!
ResponderEliminarHey, Chemapoli y VIrginia! Un lujazo teneros en el blog y escuchar de vosotrooooos!! Un besazooo grandeeee!!
Hola Carlos y Patricia. Soy Enrique (dentista). Estuve asomándome a vuestro blog cuando os fuisteis pero no habia entradas y dejé de mirarlo.
ResponderEliminarY ahora que lo vuelvo a mirar me encuentro un interesantísimo relato de viaje, divertido, ameno. Y muy buenas fotos. Así es que estoy revisando el viaje desde el principio.
Y desde luego ya no os vuelvo a perder de vista.
Felicidades
Qué tal Enrique? Muchas gracias por tus palabras...
EliminarLa verdad es que nos costó un poco arrancarnos al principio con los relatos, pero lo estamos disfrutando muchísimo...
Tengo que decirte que la pieza dental que me arreglaste el día previo a salir de viaje se ha convertido en la más resistente de todas... No sabes cuánto te agradecemos todo lo que hiciste por nosotros, y en qué momento...
Un abrazo fuerte, Carlos y Patri